Lo que no sabes de las Torres de Oeste de Catoira
El Concello de Catoira, con unos 3.500 habitantes, está situado en el margen izquierdo del Río Ulla, casi en la desembocadura de la Ría de Arousa, provincia de Pontevedra. Sin duda, se trata de un enclave privilegiado, donde se comunican las comarcas del Barbanza, Ulla-Umia y O Salnés; clave para entender la construcción de las Torres de Oeste en medio de unos humedales de gran importancia natural en el que cada primer domingo de agosto se reúnen miles de personas para disfrutar de la Romería Vikinga de Catoira.
Marismas, paseos de madera y miradores: el ecosistema que rodea las Torres de Oeste
El Río Ulla y su entorno forma un ecosistema de gran valor medioambiental que cuenta con varias rutas para descubrir la riqueza natural y paisajística de Catoira. Se trata de una senda fluvial de unos 15 kms, accesible y muy concurrida que discurre entre molinos, carrizales, puentes, pasarelas de madera, paneles informativos, cruceiros, miradores, … y las importantes marismas que se unen a la belleza del espacio histórico de las Torres de Oeste; punto relevante en el que unirse a este precioso paseo fluvial.
El Río Ulla nace en Antas de Ulla. Suma en su recorrido hasta la desembocadura en la Ría de Arousa unos 132 kms de longitud, formando una cuenca fluvial de 2800 kms cuadrados. Separa las provincias de Coruña y Pontevedra, a excepción de dos pequeños tramos en los concellos de Valga y Padrón. Sorprende que en las proximidades de las Torres de Oeste el pequeño islote conocido como Castrivello en el que se haya un cruceiro que conmemora la llegada del Apóstol y anuncia el paso del Camino Xacobeo Fluvial de Arousa hacia Compostela.
¡Un poco de historia!
El origen de Catoira se remonta, al menos, al siglo II a.C., ya que allí se emplazó un poblado castrexo, tal y como lo atestiguan restos de cerámica y armas de bronce encontrados en sus inmediaciones. Con la llegada de los romanos se construyó el Castellum Honesti (Castillo de Oeste, de ahí el nombre de las Torres de Oeste) convirtiéndose en un importante puerto comercial, gracias a la potenciación de su estructura defensiva y por su indudable situación geográfica estratégica que permitía la llegada por vía marítima al interior de Galicia.
En el siglo IX, Alfonso III el Magno (866-910) comenzó en la actual parroquia de Oeste (Santa Baia) la construcción de una gran fortaleza que impidiera la llegada de naves invasoras a estas tierras y especialmente evitar su llegada al recién descubierto «sepulcro del Apóstol Santiago» del «Campus Stellae» (Comspostela). Habrá que esperar hasta el año 1095 para que el Papa Urbano II concede una bula por la cual se traslada la diócesis de Iria Flavia (Padrón) a Santiago de Compostela. Era necesario proteger las reliquias del Apóstol.
En este sentido la misión defensiva de las Torres de Oeste era esencial: proteger la ciudad de Santiago y las poblaciones vecinas de los ataques de los vikingos, normandos y sarracenos. Durante el reinado de Alfonso V (999-1028) se reconstruyó la fortaleza y en 1024 pasó a depender de la Mitra compostelana, que la consideraba un elemento de defensa esencial para la vida religiosa y económica de la ciudad.
Aunque hay que destacar el papel relevante de Xelmírez, primero como administrador de la diócesis (1096-1100), más tarde como obispo (1100-1120) y, finalmente, como arzobispo (1120-1140) y representante del rey Alfonso VII (1111-1157). Fue el encargado de reforzar el recinto amurallado de las Torres de Oeste y dotar en sus inmediaciones de una pequeña flota armada que impidiese el paso a Iria Flavia o a Compostela a través de las aguas del Ulla.
¡De la importancia estratégica medieval a nuestros días!
El recinto amurallado de las Torres de Oeste tenía planta elíptica dividido en dos recintos. El interior conserva restos de cuatro torres, de la capilla y otras estancias de diferentes épocas. Esta es la parte más antigua de la fortificación y la que conserva elementos del asentamiento prerromano y romano. El segundo recinto, correspondiente a las ampliaciones de los siglos XI y XII, contiene las otras torres, entre ellas la conocida como Torre de Lugo. Desgraciadamente hoy sólo se pueden ver los restos de dos de estas torres y los cimientos del resto.
Además, a los pies de una de las torres en pie, el prelado Xelmírez construyó una capilla dedicada al Apóstol Santiago. Se trata de una pequeña construcción prerrománica, de nave única y ábside semicircular. En el muro norte se abren algunas pequeñas ventanas con arco de herradura. Tiene dos puertas de acceso. Una se abre en el muro sur y la otra en el oeste. Están formadas por un arco de medio punto adovelado, que rodean un tímpano y un dintel. El interior de la nave está cubierta con una bóveda de cañón, con un perfil ligeramente sobrepasado.
Con el paso del tiempo, el recinto amurallado fue perdiendo su carácter estratégico para la defensa de estas tierras y llegó a un estado ruinoso. En la actualidad, después de algunas restauraciones, las torres están catalogadas como Monumento Artístico Nacional desde 1970 y Bien de Interés Cultural.
El primer domingo de agosto se celebra una las fiestas históricas más esperadas en Galicia: la Romería Vikinga. Un evento que conmemora la importancia de la fortaleza para hacer frente a las invasiones vikingas declarada de Interés Turístico Internacional. Ataviados con ropas, cascos y armas de la época, los drakar, llenos de vikingos, desembarcan junto a las torres escenificando un ataque a su estructura defensiva. Tras el desembarco, unos y otros celebran en confraternidad junto a los miles de visitantes que se acercan para disfrutar de la fiesta, la gastronomía y el entorno natural de las Torres de Oeste.
Y en las proximidades de las Torres de Oeste se encuentra la Laguna de Pedras Miúdas y sus pasarelas de madera. ¡No debes perderte esta vieja cantera recuperada a nivel medioambiental!