Ravachol, ¡el vecino más polémico de Pontevedra!
Fue en 1891 cuando el animal llegó, como regalo de un amigo, a la botica del popular y culto farmaceútico D. Perfecto Feijoo. Muy pronto el loro demostró su peculiar don de gentes participando en auténticas conversaciones y gastando bromas a diestro y siniestro. En ocasiones a su dueño le avisaba de que entraba gente, este acudía desde la trastienda y se encontraba con el local vacío y el animal exclamando “¡Engañéiche!” ((“¡Te engañé!”).
Aunque llegó sin nombre, sus burlas constantes y la auténtica revolución que causaba entre los que iban a la farmacia llevó a los pocos meses a su bautizo formal. Del apellido de un anarquista que usaba la dinamita como arma política, y que acabó ajusticiado, surgió su nombre, el Loro Ravachol.
Las bromas y chanzas continuaron durante décadas y con ello se acrecentó la fama del animal. Pero este falleció inesperadamente a comienzos de 1913 y el dolor de la ciudadanía recorrió toda Galicia, hasta el punto de que se le organizó un fastuoso y popular cortejo fúnebre cuyo recorrido ha sido de lo más grandilocuente que ha dado las últimas décadas de la historia de Galicia, pues, serán varios los días y muchos los sepelios celebrados en diferentes ciudades y villas hasta que, entre multitudes y altas autoridades civiles y eclesiásticas; fue despedido con honores de Estado en un sentido funeral el Miércoles de Ceniza en la Plaza de la Herrería.
Ravachol fue despedido en 1913 con honores de Estado ante multitudes de vecinos y autoridades civiles y religiosos.
Cuando en 1985 un grupo de personas decidieron recrear aquel funeral, no sabían que inauguraban una nueva tradición. En Pontevedra, como homenaje final al plumífero humorista, ya no se cierra el Carnaval con el Entierro de la Sardina, sino con el Entierro del Loro Ravachol.
Hoy el Loro Ravachol se pasa todo el año, en forma de estatua, junto al lugar donde estaba la botica, a pocos metros de otro icono de Pontevedra, la Iglesia de la Virgen Peregrina.
Historia y/o leyenda … sin duda un personaje polémico pero muy querido para los vecinos y las vecinas de la vieja Pontus Veteris. Es más, sin duda es el gran protagonista de los itinerarios turísticos por la ciudad de Pontevedra.